domingo, 2 de septiembre de 2012

PETER, UN HOMBRE DE VERDAD


Alto, atlético, rubio canoso, de ojos celestes y sonrisa sincera. Les presento a Peter. La primera vez que lo vi fue cuando llegue a una nueva producción de tv, en una de las productoras mas exitosas de Argentina. Lo que mas llamaba la atención es que era un piso dividido en tres oficinas de arte, comandado por un grupo de Amazonas, a excepción de mi jefe (el director de arte) y de Peter que era el diseñador gráfico de nuestra oficina, el resto eramos mujeres. Bueno, en realidad había en otra oficina un hombre mas, pero el era una de nosotras en el típico caso de estar en un cuerpo equivocado.
Así que ahí estaba él en un rincón, protegido de la jungla hormonal femenina. Mi jefe era un hombre increíblemente callado era como si estuviera en el cono del silencio, solo lo escuchabas cuando se dirigía personalmente a una y bajaba alguna directriz, por lo demás o no estaba en la oficina o ni siquiera te percatabas si estaba ahí, estoy convencida que es su manera de aislarse de tanta voz de pito. Así que Peter estaba solo.
Desde mi escritorio lo escuchaba como tenía armada su defensa, una de las chicas le decía " Pit, necesito que me hagas algo.." y el al toque respondía "Pedime que yo te hago lo que quieras...", o " Pit, me darías..." y el contestaba " Claro no sabes como te doy..." y tras los ojos azules que largaban chispas de risas, iba haciendo su trabajo.
Para suerte de él (y de todas) el tiburón estaba casado con una Brasileña que lo mantenía todo el tiempo al borde del abismo, y esa adrenalina a él le encantaba. Eso le permitía acercarse a nuestra costa, sabiendo todas que nunca lo haría lo suficiente. De eso se trataba el juego, de surfear el doble sentido con el único tiburón de la bahía, por que todas sabíamos que en definitiva nunca iba a atacar. Por otro lado a Peter le gusta proteger: por  eso tenia a la brasileña.
Un día llego a la oficina y el tiburón parecía una mojarrita, cabizbajo hundido en su escritorio, no saltaba ninguna mirada hacechante, ninguna risa burlona. Peter tenía los ojos hinchados cual sapo. Se había separado.Dicen que si pasas los cuarenta y tantos con la misma mujer, entonces es para siempre, sin embargo las estadísticas dan que los hombres suelen separarse entre los 35 y 43 años, yo creo que es el cuarentazo, y a Peter es lo que le había dado cuando decidió terminar con la relación que lo hacia feliz.Ninguna pensó que eso sería definitivo, y al correr los meses ya era un hecho. Lo que había cambiado era que él seguía siendo un tiburón, pero suelto..... de todas formas él buscaba alguien a quien proteger, era como ver al tipo ideal, el es el mecánico que te arregla el auto, el habilidoso que te repara y te soluciona todo, y es la madre que te acobija con la manta para que no tomes frío, y quizá abra sido por eso que ninguna de nosotras lo tomaba en serio, por que salir con Peter es como salir con mamá. Una espera que te falte un poco el respeto. A parte si bien las mujeres queremos y necesitamos que nos acobijen y nos protejan, en el trabajo nos comportamos como Amazonas y no se nos acercaría creo yo,  ningún ejemplar masculino.
Por ese entonces al pasar los meses se aparecía dicharachero con una sonrisa y mirada chispeante, entonces ya sabíamos que el tiburón se había comido alguna pecesita. A el le gustan femeninas, muuuy arregladas y con conversación interesante, el problema es que no podía encontrar a ninguna que conjugue las dos cosas, y claro buscaba por los lugares menos aconsejados, todas tenían mas bien descripción a lo que llamaríamos gato. Y si andaba con alguna que le interesaba porque podía conversar y se divertía, entonces se daba cuenta que no usaba botas por arriba de la rodilla, que no se pintaba las uñas larguísimas de rojo, ni usaba suficiente rimel: terminaba desencantado.
Y fue entonces cuando apareció élla, ¿acaso hay algo mas tierno que una maestra de primaria? que se arregla lo suficiente para ser femenina y no parecer que busca trabajo en a calle. Era perfecta y lo es, si hasta a mi, al verla, me dan ganas de cuidarla.

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